El actor Harrison Ford estuvo promocionando en Madrid su última película, “El juego de Ender”, una producción de ciencia ficción, en la que interpretó a un coronel que busca formar al futuro salvador del planeta. “El proyecto contó con gente ambiciosa de manera positiva. Y era un personaje interesante, distinto a lo que había hecho antes”, relató el intérprete.
Los estadounidenses, en concreto, en una encuesta del año pasado, le escogieron como el mejor actor para interpretar al presidente. Su papel en “Air Force One” acabó derrotando a Morgan Freeman de “Deep Impact” y al de Bill Pullman en “Independence Day”.
Ser útil es importante para Ford. Y sobre ese pilar considera que ha levantado toda su carrera: “No hay que pensar en uno mismo, sino centrarse en cómo seguir siendo útil, en el plató...”. La otra palabra que el actor repite a menudo a lo largo de la charla es ‘ambición’. Por eso se alejó del cine un tiempo tras “American Graffiti” y se dedicó a la carpintería: “Estaba construyendo mi carrera, no aceptando todos los papeles que se me cruzaban por el camino, sino escogiendo los que podían llevarme donde quisiera”. Y por esto también, cuenta que desde el primer minuto quiso una trayectoria duradera y no meteórica.
Y lo ha conseguido, aunque en el camino “odiaba ser famoso, perder la intimidad. El talento básico del actor es la empatía, ser capaz de entender cómo se siente la gente. Y cuando vi que en vez de observar me convertí en objeto de observación lo detestaba”.
Con el tiempo, Ford sostiene que ha aprendido a aceptar y usar la fama. Y a separar los dos mundos. “Este es mi negocio, me da dinero y es como me gano la vida. Lo amo, pero representar a un personaje es mi trabajo. No me confundan con el tipo que sale en la pantalla”, sentenció.
Fuente: LPG
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