Tenía 94 años en un país tan joven como Estados Unidos y, a través de su música folk, representó como pocos la complejidad cultural e ideológica de una nación que llora su muerte y vuelve a alabar su compromiso artístico y social.
Seeger era a su vez piedra fundacional, testigo longevo y voz de la conciencia de un país que se convertía en la primera potencia mundial. Fue coleccionista, restaurador y archivador impagable del legado folk estadounidense, género que siempre defendió y ayudó a difundir. Con las claves de un sonido profundamente estadounidense, sin ardores ni panfletos, son suyas muchas de las más célebres canciones protesta del siglo XX.
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